La asociación conceptual de la mujer con la naturaleza -concepto nunca dado, claro está, por la propia naturaleza: siempre social e ideológicamente construido desde las definiciones que la cultura se da a sí misma- no aparece, creemos, como algo que se puede derivar sin más de su proximidad a la vida por ser dadora de la misma; ni que responda tampoco a algún simbolismo arquetípico propio de un inconsciente colectivo de cuño junguiano. Pensamos que la recurrencia en la adjudicación de los lugares en las contraposiciones categoriales responde a la situación universal de marginación y de opresión -cuando no de explotación- en que se encuentra la mujer, opresión desde la que se la define -pues en ello consiste la operación ideológica fundamental de racionalización y legitimación- como aquello que requiere ser controlado, mediado, domesticado o superado según los casos. Las prácticas de dominación se dan así sus propios juegos de categorías: trazan las líneas de puntos que la ideología y la filosofía -razón patriarcal, al fin y al cabo- seguirán y sancionarán con recortes categoriales. Amorós, Celia (1985). Hacia una crítica de la razón patriarcal. Barcelona: Anthropos. Págs. 34-5