Fue precedida por las alquimistas anteriores al siglo XVII, entre ellas Marie le Jars de Gournay (1565-1645) y Marie Meurdrac (1610-1680); por las químicas Katherine Boyle Lady Ranelagh (1615-1691) en Inglaterra, Marie Anne Paulze (1758-1836), conocida como Mme. Lavoisier, en Francia y Julia Lermontova (1847-1919), pionera de la tabla periódica en Rusia.
Algunas contemporáneas son las químicas británicas Ida Freund (1863-1914) y Kathleen Culhane Lathbury (1900-1993) y la austriaca Rose Stern (1891-1962). También, Stefanie Horovitz (1877-1942), química judía polaca conocida por su trabajo experimental que demostró la existencia de isótopos, la radioquímica noruega Ellen Gleditsch (1879-1968), las químicas nucleares Ada Florence Remfry Hitchins (1891-1972), británica, Elizabeth Rona (1890-1981), de origen húngaro, conocida por su trabajo con isótopos radiactivos y los métodos de separación del polonio, Harriet Brooks (1876-1933), física nuclear canadiense experta en transmutaciones nucleares.
Irène forma parte de la genealogía de científicas que tienen su origen en su madre Marie-Sklodowska Curie (1867-1934) y que participaron en el origen de la ciencia nuclear. Algunas químicas de esta genealogía son Marguerite Perey (1909-1975), química y física francesa asistente y estrecha colaboradora de Marie Curie, que descubrió el francio; Ida Noddack (1896-1978), ingeniera química alemana, que descubrió con su marido el renio en 1925 y propuso por primera vez la idea de la fisión nuclear y Lise Meitner (1878-1968), física austriaca codescubridora del elemento protactinio y la fisión nuclear.
En el campo de la radiactividad, de principios del siglo XX, fue notoria la presencia de científicas. En el Institut du Radium de París llegaron a trabajar hasta 45 mujeres: las francesas, como la propia Irène y la ya citada Marguerite Perey, Lucie Blanquies, que publicó 2 artículos en Le Radium en 1909, y Éliane Montel (1898–1993); la ruso-ucraniana Catherine Chamié (1888-1950); la polaca Sonia Slobodkine Cotelle (1896-1945); la canadiense Harriet Brooks (1876-1933); la noruega Ellen Gleditsch (1879-1968); la sueca Eva Ramstdet (1879-1974); la británica Mary Sybil Leslie (1887-1937) y la polaca Jadwiga Szmidt (1889-1940). En el Institute for Radium Research de Viena entre 1914 y 1934, más de un tercio eran mujeres: las físicas austriacas Marietta Blau (1894-1970) y Stefanie Horovitz (1887-1942); la húngara Elizabeth Rona (1890-1981) y la búlgara Elizabeth Kara-Michailova (1897-1968). Además, merecen una mención especial las investigadoras noveles que trabajaron a comienzos del siglo XX en ciencia nuclear en distintos institutos de investigación, como los ya mencionados de Viena y París, y, en Montreal, la McGill University con Ernest Rutherford; la estadounidense Fanny Cook Gates (1872-1931) y la canadiense Harriet Brooks (1876-1933), que también trabajaron en el Laboratorio Cavendish de Cambridge con J.J. Thomson, donde investigó la inglesa Jesse M. W. Slater (1879-1961) y, en las Universidades de Chicago y Cambridge, la canadiense Elisabeth R. Laird (1874-1969). Estos trabajos se completaron con otras contribuciones: Berta Karlik (1904-1990), en Austria, que descubrió isótopos del Astato en 1941; Maria Göppert-Mayer (1906-1972), física alemana y Nobel de Física en 1963 por el modelo de capas del núcleo atómico y Chien-Shiung Wu (1912-1997), física estadounidense nacida en China, que demostró experimentalmente la hipótesis sobre la violación de la paridad por las interacciones nucleares débiles.
Irène fue también contemporánea de Rosalind Elsie Franklin (1920-1958), química y cristalógrafa británica, cuyo trabajo fue fundamental para la comprensión de las estructuras moleculares del ADN, el ARN, los virus, el carbón y el grafito; de la ingeniera, matemática y física inglesa Hertha Ayrton (1854-1923) y de las matemáticas Emmy Noether (1882-1935) y Hilda Geiringer (1893-1973).