“V. CONSTRUCCIÓN DE LOS PALACIOS
Hemos llegado a una época en la que, de progreso en progreso, el estado social marcha hacia una completa transformación. La construcción de los palacios de la UNIÓN OBRERA no precisa de una solidez como para durar siglos. Lo esencial es que los palacios sean construidos de manera que puedan ofrecer a la vez: 1.°, salubridad bajo el punto de vista del espacio, de la claridad, del sol, de la ventilación y de la calefacción; 2.°, comodidad en el sentido de la facilidad y prontitud de comunicación entre los diferentes cuerpos de edificios; 3.°, en el interior, alojamientos cómodamente distribuidos para los ancianos, los empleados y los niños; 4.°, en el exterior, talleres, escuelas y salas de ejercicios, y finalmente una granja y todas sus dependencias conforme con las necesidades de la agricultura. Es urgente que el palacio sea regado por abundantes aguas, a fin de mantenerlo constantemente con una limpieza rigurosa. La arquitectura de este palacio debe tener un aspecto noble pero sencillo. Debe presentar, por la elevación de su estilo y la belleza de sus ornamentos, un conjunto artístico, armonioso en todas sus partes. El arquitecto debe tener constantemente en el pensamiento que los niños educados en estos palacios están destinados a construir ellos mismos palacios para alojarse la humanidad; que deben convertirse en unos artesanos-artistas, y que, para alcanzar este objetivo, hace falta impresionar desde su juventud su corazón, su imaginación y sus sentidos mediante la visión de lo hermoso. Nada resultará mejor para hacer nacer en ellos el gusto por las artes, la pasión por lo hermoso, que vivir en medio de un ensamblaje de hermosas líneas, y tener constantemente los ojos impresionados por la elegancia y ¡la nobleza de formas que los envuelven.
Estando destinado este primer palacio a servir de ensayo, su construcción deberá cautivar la atención del comité central.
Pocos arquitectos podrán ser encargados de esta construcción. Construir un templo, una iglesia, una mezquita, un panteón, para dar alojamiento a una abstracción cualquiera... o tumbas, esto es hacer con piedras una hermosa obra de poesía. Erigir un palacio para un príncipe es hacer una oda; construir un hotel para 3.000 soldados inválidos sometidos a la disciplina supone, antes que nada, un cálculo de matemáticas; en fin, construir un monasterio para 1.200 monjes, un hospital para 4.000 enfermos, un cuartel para 2.000 soldados, una cárcel para 3.000 prisioneros, un colegio para 2.000 alumnos, estando todos estos individuos indistintamente sujetos a una regla uniforme, unas construcciones tales no exigen, sin embargo, un gran esfuerzo de imaginación por parte del arquitecto, mientras que la creación de un palacio de la UNIÓN OBRERA presenta dificultades mucho más serias.
Hasta hoy las viviendas comunes han ofrecido invariablemente un carácter de uniformidad tan fatigoso y aburrido, que la idea sola de vivir en estas casas inspira a todos la más viva repugnancia. A este horror hacia la vivienda común se debe el sistema de parcelamiento; así pues, es esencialísimo que el palacio de la UNIÓN OBRERA no se parezca en nada a todo lo que se ha hecho hasta ahora.
La estancia en el palacio de la Unión debe ser una estancia agradable, deseable; debe provocar el deseo, de la misma manera en que el convento, el cuartel, el hospital, el colegio, provocan la repugnancia y el disgusto. Ahora bien, yo no concibo una estancia agradable más que allí donde cada individuo puede gozar del bienestar, de la actividad y del reposo, según su edad, y sobre todo de mucha libertad. Como cada uno de estos palacios debe dar asilo a 2 o 3.000 individuos de sexo, edad, oficio y gustos diferentes, es necesario que en todo lo posible cada uno pueda moverse sin incomodar a su vecino, y eso es una inmensa dificultad. Además, hay que pensar que los palacios de la UNIÓN OBRERA serán grandes centros de actividad. Allí habrá trabajos industriales, trabajos agrícolas, instrucción moral y profesional para los niños, diversiones que servirán de recompensas y relajamiento a todos los trabajadores. La construcción de estos palacios debe pues satisfacer a un tiempo las exigencias de la vivienda interior y la vida doméstica, y las exigencias del taller, y finalmente las necesidades tan numerosas y diversas de los trabajos de la agricultura.
No se trata solamente de hacer una vivienda, una fábrica, una granja; en ellos deben combinarse las tres de manera que sean una; efectivamente, las tres son miembros de un mismo cuerpo, y este cuerpo debe ser hermoso y muy bien proporcionado. El arquitecto deberá pues fijar con el mayor cuidado, y determinar con una exactitud rigurosa, cuáles deben ser las relaciones que enlacen entre ellas estas tres construcciones para no hacer más que una y, si quiere que el conjunto presente una armonía perfecta, tiene que dar a cada una de las partes su desarrollo completo. Ahora bien, la construcción de una amplia vivienda común, al mismo tiempo triple y una y que a la vez reúna unas condiciones de belleza, de comodidad, de libertad, capaces de satisfacer las necesidades de un número de temperamentos tan diversos, me parece un importante problema a resolver. No conozco más que un arquitecto capaz de hacer los planos del palacio de la UNIÓN OBRERA, el señor César Daly. Por lo demás, tiene un excelente antecedente; ya ha hecho los planos de un edificio no menos difícil, los del pequeño falansterio de niños, según las ideas de Fourier. Los planos de este edificio están expuestos en las oficinas de «La Falange», el comité central podría ir a examinarlos.”
Flora Tristán (2019) Unión obrera. Editorial Contraescritura, Barcelona. (Fragmento en el que se describen los Palacios obreros)
https://www.prd.org.mx/libros/documentos/libros/Union-obrera-Tristan.pdf (consultada: 12/1/2022)