“Como el hombre tiene el ánima racional (que los animales no tienen), de ella le resultan las potencias, reminiscencia, memoria, entendimiento, razón y voluntad situadas en la cabeza, miembro divino, que llamó Platón silla y morada del ánima racional, y por el entendimiento entiende y siente los daños y males futuros. Y por la voluntad aborrece estos tres géneros de males presentes, pasados y futuros: ama y desea; teme y aborrece; tiene esperanza y desesperanza, gozo y placer, enojo y pesar, temor, cuidado y congoja. De manera que solo el hombre tiene dolor entendido espiritual de lo presente; pesar de lo pasado; temor, congoja y cuidado de lo por venir. Por todo lo cual, les vienen tantos géneros de enfermedades y tantas muertes repentinas, cuando el enojo o pesar es grande, que es bastante en un momento a matarlos”.
Oliva Sabuco de Nantes (1729). Nueva Filosofía de la naturaleza del hombre, Madrid: Imprenta de Domingo Fernández. pp. 113-114.
(última consulta: 10/1/2022)
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