TÚ QUE PRESUMES DE ARDER (A ABU YAFAR IBN SAID)
Tú, que presumes de arder
en más encendido afecto,
sabe que me desagradan
tu billete y tus lamentos.
Jamás fue tan quejumbroso
el amor que es verdadero,
porque confía y desecha
los apocados recelos.
Contigo está la victoria:
no imagines vencimientos.
Siempre las nubes esconden
fecunda lluvia en el seno.
Y siempre ofrece la Palma
fresca sombra y blando lecho.
No te quejes; que harto sabes
la causa de mi silencio.
DAMA DE LA HERMOSURA Y LA NOBLEZA
Dama de la hermosura y la nobleza, cierra los párpados,
benévola, ante las líneas que trazó mi cálamo, y míralas
con ojos de cariño, sin prestar atención a los defectos
del contenido y de la letra.
Envío un saludo, que los cálices de las flores abre
y hace zurear a las palomas en las ramas,
a quien ausente está, pero mora en mis entrañas
aunque mis ojos no puedan verlo.
DILE A ESE POETA
Dile a ese poeta de quien nos ha librado
el que se haya caído sobre mierda:
vuelve a tu pozo, hijo de la mierda,
igual que hace la mierda.
Y si vuelves a vernos algún día,
verás, oh tú, el más despreciable y vil,
sin discusión, de entre los hombres
que esa es la suerte que te espera
si andas medio dormido.
¡Barba que ama la mierda y odia el ámbar,
que no permita Dios que nadie vaya a verte
hasta que te hayan enterrado!
POR VESTIRME DE LUTO
Por vestirme de luto me amenazan
por un amado que me han muerto con la espada.
¡Qué Dios tenga clemencia con quien sea
liberal con sus lágrimas,
o con quien llore por aquél que mataron sus rivales,
y que las nubes de la tarde,
con generosidad como la suya,
rieguen las tierras donde quiera que se vaya!
RELÁMPAGO
Preguntad al relámpago tremolante,
mientras la noche está en calma,
cómo es que me produce debilidad, al recordar a mis amados.
Su efecto ha sacudido en mi corazón un pálpito
y la abundante lluvia de su nube,
me hizo llover el párpado.
PREGUNTAD A LA NUBE
Preguntad a la nube palpitante,
con el tiempo en calma y sereno,
si ha pasado la noche con mi amado
recordándome.
Ay, que a mi corazón le ha dado su palpitar
y, por mi vida,
ha ofrecido a mis párpados la lluvia
con que se inundan mis mejillas.
SIENTO CELOS (A Abu Yafar Ibn Said)
Siento celos de mis ojos y de mí misma,
de ti, de tu tiempo;
aunque te encerrase en mis ojos hasta el día del juicio,
no estaría satisfecha.
UNA MUJER DE MI RANGO
Una mujer de mi rango no puede llorar
un amor de felonía.
Mis plañideras a sueldo
te llorarán por mí en el ocaso.
No me delatará mi garganta ya muerta,
ni podrá pronunciar nunca más tu nombre.
Las cantoras desmayarán las casidas
que bajo falso nombre te he escrito.
Enmohecidos rabeles se pudrirán de abandono
tras las celosías de los patios.
El ruiseñor de nuestros encuentros
será atravesado por sagita de mi ballesta.
Sólo la almohada de azahares
conocerá el amortiguado llanto
y la expiación de mi orgullo.
Quien te cantó entre los granados
es hoy mujer de zarza y ortiga,
por sus pezones rezuma
leche cuajada de adormidera.
¡Ay, qué muerte tan cuitada me diste!
¿Qué será de mí en las auroras
sin la brasa de tu piel
en el sepulcro frío mi lecho?
RESPÓNDEME ENSEGUIDA
¿Vienes tú a mí o voy yo a tu lado?
mi corazón se inclina hacia lo que tú deseas;
mis labios son aguada dulce y transparente
y mis bucles ramas que dan sombra;
espero que estés sediento y ardiente
cuando llegue junto a mí la hora de la siesta.
Respóndeme enseguida…
TÚ, QUE RECLAMAS SER
Tú que reclamas ser el primero en el amor
y en la pasión de las mujeres,
tu poema ha llegado
mas no me satisfacen tus palabras.
Desesperar de conseguir al amado
¿romperá las riendas de quien reclama amor?
Completamente te equivocas,
y no vale tu nobleza;
desde que está en la carrera
te ha acompañado el éxito
hasta que has tropezado
y te avergüenza descubrir tu cansancio.
Por Dios, en todo tiempo muestran
las nubes su llovizna y sus azahares,
abren a cada instante sus corolas.
Si conocieras mis razones
apartarías de mí la espada del reproche.
MI BOCA ES UNA FUENTE
¿Iré yo a ti o vendrás tú a visitarme?
pues mi corazón sigue siempre a tu deseo.
te encontrarás a salvo de la sed y del sol
cuando ocurra tu encuentro conmigo:
mis labios son aguada dulce y fresca,
y dan las ramas de mis cabellos densa sombra.
Contéstame deprisa; no es un favor, oh, mi Yamil,
hacer que espere tu Butayna.
UN VISITANTE LLEGA A TU CASA
Un visitante llega a tu casa:
su cuello es de gacela,
luna creciente sobre la noche;
su mirada tiene el embrujo de Babilonia
y la saliva de su boca es mejor
que la de las hijas de la parra;
sus mejillas afrentan a las rosas
y sus dientes confunden a las perlas,
¿puede pasar, con tu permiso,
o ha de irse, por alguna circunstancia?
OH, SEÑOR DE LOS HOMBRES
Oh, señor de los hombres,
en cuyos beneficios confiamos,
concédeme un papel
que me defienda del destino,
donde escriba su diestra
`Loado sea el Dios único´.